No llores

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¿Qué es el llanto? Quejido del alma, agua dolorosa, materialización del sentimiento, cuerpo que se comunica y ya deja de intuirse para mostrarse. Le damos la vuelta a nuestra piel, no podemos contener más, empujamos el dique y el agua se desborda.

El recién nacido de piel transparente, sin mas subterfugios ni palabras clama presencia y necesidad con su llanto, sin agua, llanto seco y penetrante, provisto de cualidades que lo hacen visible y urgente. Sin embargo este llanto primal, que tanto nos molesta, ya es inaceptable en nuestra sociedad, aprendemos a obviarlo, «quiere brazos, déjale que ensanche los pulmones, no lo malcríes» y así comienza la rueda del olvido, la rueda de necesidades desatendidas, la rueda de frustración. Pero no es cierto que aprendamos a ignorar el llanto, aprendemos a paralizar nuestra respuesta natural y eso nos rompe por dentro.

Después viene el llanto de niños pequeños, ésos que ya saben expresar de mil maneras, con miradas, gestos y hasta palabras. Este llanto también nos molesta, pensamos que les hace débiles, «no es para tanto, no pasa nada», pero los débiles somos nosotros, incapaces de empatizar buscamos una solución rápida, con urgencia, nos ponemos nerviosos, enfadados, puede que furiosos, «¡No llores!»

¿Conocéis la sensación? Llegas tarde, tu bebé de dos años tiene sueño aún, y llora, un llanto tenue y constante, no quiere que lo vistas, no quiere calcetines, no quiere pañal limpio, no quiere chaqueta, los minutos pasan, te desesperas, alzas la voz «¡Venga ya!», ahora el llanto no es tenue, se enciende, es llanto ofendido, llanto traicionado, te enfadas más aún pero no dices nada, solo te mueves de manera enérgica, os alejáis emocionalmente. La rueda debe parar, la incomprensión que nos dedicamos debe parar, no son los lloros los que han de parar, son las razones que los producen, el concepto de tiempo, tan ajeno a los niños, y la frustración, tan familiar para el adulto. Limitar la brecha y extender puentes que transitar. Sería ideal disponer de paciencia infinita acompañada de una comprensión honesta, de esa mirada hacia el «otro» tan necesaria, pero el plano de las ideas solo puede ser eso, inspiración y no imposición. Quizás esa incomodidad que sentimos cuando los niños lloran es evolutiva, mueve nuestros resortes y nos hace reaccionar, sería oportuno pensar en ello, después del incidente, con calma, averiguar que parte de nosotros se estresa para calmarla sin culpar de nuevo al «otro» por su inmadurez. Nosotros somos los adultos y nuestro trabajo es guiar a los niños sobretodo con ejemplo.

¿Aceptamos el llanto? Ya no hablo de las emociones de los niños. ¿Aceptamos el llanto adulto? Unas veces nos da vergüenza que otra persona llore, «¿cómo consolarla? que acabe rápido», algunas otras nos parecen ridículas o exageradas, puede que hasta nos hagan enfadar, provoquen piedad en nosotros, avancemos para abrazarlas, contenerlas, escucharlas; o quizás no podamos dejar de hablar, de dar soluciones, de no aceptar la explosión emocional, de querer arreglarlo todo.

Llorar es un tabú social, si eres un artista, o «una mujer» igual se te «perdona», porque bueno, va integrado en el pack, sin embargo, ¿qué nos distingue de los demás animales? La inteligencia y las emociones, una vaca no llora ni pinta, pero una persona si. Pienso que anular una parte tan importante de nosotros trabaja en nuestra contra, introyectamos los sentimientos «incómodos» hacia dentro comportándonos como algo que no somos, autómatas, no nos damos permiso para sentir de verdad, para sufrir de verdad, para superar de verdad aquello que nos atenaza. La alfombra está sobre una mole mugrienta. ¿Intentamos barrerla aunque se nos estropee un poco el peinado?

Llora, llora todo lo que quieras hasta que se te sequen los ojos y solo brote la sal.

Un comentario »

  1. Me encantó. Siempre he llorado cuando lo he sentido y últimamente contengo, no sé bien porqué, pero contengo… y echo en falta llorar.
    Te abrazo, amor!

    • Siempre llego a vueltas con este tema, me sorprendo últimamente tolerando menos la queja o el llanto, necesitaba verbalizarlo, no es suficiente con interiorizarlo una vez, vuelve y vuelve ese impulso que quiere, que necesita que sea rápido y fácil y eso no parece posible en la mayoría de los casos.
      Cuánto me gustan tus abrazos! Otro inmensamente grande para ti y permítete también contener, lo necesitarás ahora por alguna razón, 🙂

  2. Me ha encantado el post, últimamente también estoy muy llorona, palpo cualquier sentimiento y todo se me hace demasiado intenso. Y también, llega un punto que me tengo que concentrar en acompañar porque tira fuerte el «venga, ya está» de toda la vida. Gran post. Un besote

  3. Pingback: Blogs de papás y mamás: de manchar en el embarazo, tener hijos únicos (o no) y más | Pequecordoba

  4. Buenas! Solo decirte que hemos comentado esta entrada en el repaso semanal de blogs de Bebés y más:

    http://www.bebesymas.com/bebes-y-mas/blogs-de-papas-y-mamas-de-manchar-en-el-embarazo-tener-hijos-unicos-o-no-y-mas

    Un abrazo enorme!

    Armando.

    PS: has tocado un tema súper interesante que me va a venir muy bien para una entrada que hace mucho que quiero escribir: la desconexión con las demás personas, sus emociones, y de rebote, la desconexión con el bebé 😉

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