El día que nací yo

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ManosHoy es mi cumpleaños, han pasado 32 años desde aquel cambio de paradigma, pasé de sirena intrauterina a mamífera hipnotizada. Y de esto quería hablaros, de aquel parto que hoy conmemoro, de mi madre, protagonista y heroína de mi vida.

El parto continúa siendo propiedad de cualquiera menos de la madre que esta pariendo, pero hace tres décadas era una cuestión aún más peregrina.

Una jovencita de 21 años ingresa en el hospital, sola y asustada, cuatro días antes del alumbramiento, la razón «parto viejo», supongo que haciendo referencia a un embarazo prolongado mas allá de la semana 40. La solución, cuatro días de pastillas sublinguales que desembocaron al quinto día en un parto de apenas dos horas y media. La situación hospitalaria fue la siguiente, habitaciones de siete pacientes obstétricas de todo tipo, madres recientes, madres inminentes, madres dilatando y mujeres que acaban de abortar, por citar algunos ejemplos. El tiempo de visita del que disponen estas «pacientes» es de dos horas al día, tiempo en el que no está incluido, por supuesto, el parto.

Un parto inducido y no informado me trajo a este mundo, nuestra valiente no contaba con el favor de la epidural para hacer frente a las tremendas contracciones que suponen la inducción, ni que decir tiene, no podía moverse de la cama mientras tanto, en la temida y dolorosa posición de litotomía (tumbada boca arriba) durante la dilatación y el expulsivo. Tampoco pensaba que tuviera derecho a gritar, entre susurros se agarraba a los barrotes de la cama para sobrellevar las contracciones, delante de sus compañeras que no dudaban ni un minuto en opinar: «eso no es nada… la que te espera», siempre dando ánimos, somos así.

Rompió aguas en su cama, sin idea de lo que significaba aquello, aguas sucias que la avergonzaron, esperando reprimenda. Sin pedir ayuda, sin dar noticia de su estado, esperando que alguien se diera cuenta de que ya estaba de parto, sin molestar a los demás.

Cuando ya coronaba, la matrona la llevó a paritorio. En el potro le ataron las piernas, le realizaron la maniobra de Kristeller en varias ocasiones y la episiotomía, técnicas que se realizaban de serie. Entonces llegué yo. Me dieron un buen baño, me vistieron y me depositaron en la cuna mientras mi madre era «tricotada» sin anestesia. Ella jura que nunca me recuperé del frío que pasé ese 9 de enero.

Volvimos a nuestra acogedora habitación de siete más vástagos. Allí le dieron a mi madre la gran noticia de que su recién nacida sufría displasia de cadera, sin mas información que esta me llevaron para realizarme pruebas, y sola se quedó, llorando, preguntándose la envergadura de la noticia y sin nadie de confianza con quien compartir las grandes emociones vividas en las últimas horas. La estancia en el hospital aún se alargó otros cuatro días por protocolo, con las escasas dos horas de visita en rigor. A esto se sumaron «luminosos» consejos como: «no te duermas, cuida que no te desangres» y «cuidado, la niña puede vomitar y ahogarse», consejos bienintencionados de las visitas, esos momentos en los que te podías comunicar con los tuyos en entorno de confianza.

Todo esto es lo que yo llamo un parto robado, época oscura en la que no se informaba a la mujer de sus derechos, no se le daba la oportunidad de «participar» en sus propios procesos. Mujeres infantilizadas y apocadas en medio de la vorágine de la sacrosanta medicina, y dando gracias.

Pero mi madre es una heroína, estableció la lactancia, superó un largo principio de lágrimas, culpa y dudas. Tan joven, tan bonita, tan vulnerable, tan inconsciente aún de todo lo que le robaron, tan sin saber lo fuerte que es y lo valiente que fue.

Te quiero mamá, porque tú me diste la vida, tú eres vida, tú fuiste mi alimento, mi refugio, mi consuelo y supiste encontrar el andamiaje que nos sostiene aunque tú no lo hubieras tenido, porque construir sin ayuda es muy complicado y tú has sabido cómo.

Hoy es tu 32 aniversario de madre, gracias por ello y por todo.

Un comentario »

  1. Preciosa entrada. Supongo que en estos momentos esos recuerdos y ese imaginar cómo naciste son aún más especiales… Muchas felicidades

    • La verdad es que si, en este momento estoy muy sensible con el tema y como siempre dicen que tus partos son como los de tu madre estuve indagando en su experiencia.
      Gracias y bienvenida!!

    • Muchas gracias bonita!! Pregunta a tu madre, es apasionante descubrir como viniste al mundo, para mi lo ha sido y la valoro aún mas.
      Yo también te quiero a ti primor.

  2. Me has emocionado. Me he podido imaginar lo mal que lo debió pasar tu madre en tan brutales circunstancias. Las madres son increíbles y sacan fuerzas que no tienen por sus hijos.
    Un abrazo y feliz cumpleaños a las dos

    • Si que es verdad, aunque sea llorando se levantan y se aferran a lo que mas quieren. Me alegro tanto de que en la actualidad contemos con otras redes de apoyo, con otros derechos, incluso con teléfono móvil hubiera sido diferente para ella si hubiera podido estar en contacto con alguien esas largas horas de soledad y desconcierto.
      Muchas muchas gracias por pasarte.

  3. Felicidades a ambas. Precioso como lo has contado, aunque triste para tu madre haberlo vivido.
    Pero bueno, las madres somos así y casi siempre salimos a flote si es por un motivo tan maravilloso como lo es un/a hij@.
    Besos!

    • Me has hecho pensar con lo que has dicho, suerte que hablamos de un parto, que después te llevas a tu niño a casa por fuerte y desamparada que sea la situación, ¿pero y los enfermos en aquel momento? ¿también permanecían solos y desinformados? y además sin ninguna recompensa salvo la recuperación en el mejor de los casos.
      Muchos besos y muchas gracias!

    • Que no te quepa duda de que la tuya también lo es, si es complicado ser mujer y madre ahora, imagínate entonces. (Aunque no hace tanto, claro, somos unas chavalas).
      Muchos besos y gracias!

  4. Precioso este post! Últimamente te sales! Me suena tanto a lo que me cuenta mi madre de sus tres partos! Por desgracia, el mío (en el que yo parí a mi hijo) en 2010 fue tan parecido… Sin epidural, sin información, engañada, sufriendo horas y horas hasta la extenuación… La única diferencia es que yo tuve a mi marido al lado. Nada más…

    • He descubierto tantas cosas, ahora que tengo mayor perspectiva, no estaría mal leer más sobre el tema, la historia de los partos en España, sus protocolos a lo largo del tiempo, es muy interesante ver como hemos avanzado en algunos aspectos y como en otros seguimos muy anclados. Al menos ahora nos sentimos con la capacidad de reclamar lo que es nuestro, nos permitimos la rabia y la crítica del sistema, y eso ayuda bastante. Siento que fuera tan duro para ti, hay tanto por lo que luchar todavía…

  5. muy emotivo silvia.
    me gusta especialmente el final, donde compartes el honor de tu cumpleaños con tu madre.
    veras como todo te va genial. las cosas han cambiado bastante. un beso

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